Los tratamientos de blanqueamiento dental son procedimientos seguros y eficaces si se realizan bajo la supervisión de un odontólogo. Actualmente, existen tres tipos: domiciliario, en clínica y mixto, cada uno de ellos ofrecen una serie de ventajas y desventajas.
Tanto el tratamiento en el domicilio como en la clínica proporcionan buenos resultados y cada uno de ellos aporta una serie de ventajas, que abarcan desde la economía hasta la rapidez.
En el caso de desarrollarse en la clínica, los tiempos se acortan considerablemente, siendo sesiones de uno o dos días, ya que el odontólogo utiliza concentraciones de productos y compuestos más potentes, porque tiene la posibilidad de monitorizar directamente al paciente.
Aunque los tratamientos en clínica son seguros y los resultados son muy inmediatos, la estabilidad en el tiempo necesita muchas veces el apoyo del tratamiento domiciliario para que el procedimiento sea efectivo
Así pues, el tratamiento mixto, que combina domicilio y clínica, es la mejor opción para conseguir los objetivos de blanqueamiento dental, de manera segura y duradera, permitiendo monitorizar con mayor precisión la evolución del proceso, con el fin de garantizar un blanqueamiento dental óptimo y estable en el tiempo, lo que se traduce en mejores resultados a largo plazo con una estabilización del tratamiento a los seis meses.
Hacer la historia clínica del paciente es importante, ya que hay que resolver los problemas orales antes del blanqueamiento, conocer el estado de la boca (enfermedad bucal o sensibilidad dental), e incluso ayuda a saber qué es lo que quiere el paciente y si está dispuesto a ser constante con el proceso. La elección del tipo tratamiento debe ser adaptado a las necesidades y preferencias de los pacientes. Hay que valorar las circunstancias personales del paciente, para adaptar el proceso y hacerlo personalizado a cada uno para conseguir una mayor garantía de éxito
No existen protocolos perfectos, aunque se considera que el básico, compuesto por una buena limpieza, hábitos alimenticio y rigurosidad del paciente con el tratamiento, es efectivo.
El único problema que puede obstaculizar cualquier tipo de blanqueamiento es la sensibilidad, de ahí la importancia de realizar una valoración clínica previa, con el objetivo de conocer si el paciente es hipersensible, ya que al realizar el proceso de aclaramiento se activa el pico de hipersensibilidad previo que tiene el paciente.
Es necesario situar al paciente en la realidad de los resultados, ya que existe la creencia que el blanqueamiento va a dejar los dientes blancos puros, pero un diente no es así. En este contexto, tanto las guías de color como las aplicaciones de simulaciones son herramientas útiles que permiten mostrar al paciente hasta donde se pueden aclarar los dientes.
Uno de los retos que se plantean es el peligro de un uso sin supervisar de los productos blanqueadores dentales. el blanqueamiento sin control no está libre de consecuencias. Si no se aplica el producto adecuado puede haber un daño estructural del diente irreversible, quemaduras o irritaciones en la encía, por lo que es fundamental que estos tratamientos se realicen bajo supervisión de un odontólogo

